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Homo Sedentare. Por S.B

calaverasofá4Los platos y las cacerolas se amontonan en la cocina generando vida a través de los desperdicios, la casa entera es un festín de moscas. Las bolsas de basura parecen coleccionables de Planeta Deagostini y las macetas se han secado por la falta de agua y la fiereza del Sol, muriendo a mi lado lentamente ante mi pasividad, como todo en esta vida. Los problemas se acumulan mientras pierdo mi capacidad de supervivencia dejándome devorar por la mierda e incapaz de encontrarle un sentido “útil” a los cientos de asuntos que me quedan por zanjar.
Un culo huesudo pegado al sofá, en eso me estoy convirtiendo, un apéndice inerte de esta mullida y reblandecedora fábrica de bostezos. Mi piel es ahora tapicería gris parda y la columna vertebral la tengo anclada a ambos reposabrazos, de tal manera que me permite tumbarme hacia un lado u otro dependiendo de mis necesidades como apéndice tumoroso.
Por supuesto nada de esto sería posible sin el poder hipnótico del televisor, años y años frente a la caja de control mental sumado al chipTV implantado en mi subconsciente antes de nacer ha conseguido de manera gradual y efectiva nuestra conexión plasma-sofáhumano, una relación de por vida en la que solo uno de los dos emisores habla y el otro escucha en un estado narcótico de fase REM.
Manejo y cambio a mi antojo canales y aplicaciones telepáticamente y la parrilla de televisión pública está retransmitiendo anuncios de publicidad en el 80% de sus cadenas, de modo que es el momento perfecto para que los peces gordos de la élite mediática y empresarial hagan unos cuantos millones más con cada segundo de emisión. Mi lista de canales baila verticalmente y voy repartiendo puntos de audiencia, que drenan desde las raíces inamovibles de mis cuatro patas de madera pulida hasta sus inabarcables cuentas bancarias, los fajos caen unos sobre otros mientras un intimidante símbolo del euro aparece subliminalmente en mi tótem Sony KDL-46W905, decenas de láminas de papel color fucsia viajan a toda velocidad por todo el planeta visitando ciudades y páramos en los que nunca estaré, aunque no importa realmente, pudiendo ver retransmitidos hermosos paisajes y ocasos en paradisíacas playas tropicales gracias al gran ojo.
La vida del sillón humano es cómoda, me siento feliz, realizado como ser y agotado al mismo tiempo…
siempre puedo dormir un rato para desconectar…nos vemos a la vuelta de la publi.